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sábado, 1 de septiembre de 2018

32 DE AGOSTO DE 1975: 
Intento de golpe de Estado en Ecuador.-

La dictadura progresista del general Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976) otorgó un rol fundamental al Estado en la economía. Gracias a la riqueza petrolera, bajo control estatal, se logró una modernización capitalista inédita. Además, el nacionalismo de las Fuerzas Armadas preservó el interés del país contra las gigantes petroleras mundiales, acostumbradas a saquear el recurso en América Latina. La política social del gobierno mejoró las condiciones de vida y de trabajo. Y la dictadura no impuso el terrorismo de Estado que por la época implantaron las dictaduras militares anticomunistas del Cono Sur, iniciadas con Pinochet (1973-1990). Paradójicamente, Rodríguez Lara era acusado de “comunista” por las elites marginadas del poder directo.
Las políticas del "Gobierno Nacionalista y Revolucionario de las FFAA" chocaron con los intereses de la burguesía-oligárquica del Ecuador, que progresivamente alentó la salida de Rodríguez.
El 1 de septiembre de 1975 se produjo el levantamiento del general Raúl González Alvear (apoyado por la ultraderecha política y el imperialismo), quien ese día estableció su sede de operaciones en la Funeraria Quito, situada en la esquina de las calles Mejía y Benalcázar, en la ciudad capital.
Durante la mañana se enfrentaron las fuerzas defensoras del Palacio de Gobierno con las insurrectas. La balacera fue de tales niveles que la fachada de Carondelet quedó agujereada por todas partes.
Pero Rodríguez Lara, quien había logrado salir a tiempo del Palacio para trasladarse hasta Riobamba, llegó al caer de la tarde con tanques y tropas, lo que debilitó y aisló a González, quien huyó y se refugió en la embajada de Chile.
Rodríguez Lara, mediante un decreto, prohibió referirse al intento de golpe de Estado del 1 de septiembre. La prensa hizo una jugada conceptual maestra: empezó a hablar del golpe del “32 de agosto” y así se generalizó la ironía quiteña.
Pero el “golpe de la funeraria” ocasionó la división interna de las FFAA, que en enero de 1976 decidieron el cambio de gobierno, instalando un Consejo Supremo (1976-1979) de tres oficiales: almirante Alfredo Poveda Burbano, quien lo presidió, y generales Guillermo Durán Arcentales (ejército) y Luis Leoro Franco (aviación). Este triunvirato abandonó la filosofía nacionalista y revolucionaria, flexibilizó el rol del estado incluso en el manejo del petróleo, inició el endeudamiento externo del país (heredado por los gobiernos constitucionales) y tomó un giro autoritario y represivo, inspirado en el anticomunismo.
Hoy, en el Palacio de Carondelet, todavía pueden verse algunas huellas de la balacera de hace cuatro décadas. Aquí varias fotos para el recuerdo.